La contaminación del aire en el entorno en el que se crían los pollos de engorde es uno de los problemas más graves que enfrenta el sector avícola, entre varios aspectos de la producción. En los galpones utilizados, se liberan un grupo de gases nocivos, cuya intensidad y concentración de las emisiones de estos están directamente relacionadas con muchos factores, como la ubicación geográfica, la estación del año, las tecnologías de ventilación, la humedad, la calidad de la cama, el estado nutricional y la densidad poblacional.

Entre los gases nocivos liberados, se pueden clasificar en dos grupos: el primero incluye gases efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono y el metano, mientras que el segundo comprende gases en los que interviene principalmente el nitrógeno, como el amoníaco y el óxido nitroso.

El amoníaco (NH3) es un gas irritante que se genera por la descomposición química del ácido úrico presente en la orina de los pollos, que se encuentra en los excrementos de las aves mediante la descomposición de las bacterias presentes en los excrementos. Este gas en concentraciones superiores a 20 ppm, provoca infecciones, problemas respiratorios, lesiones oculares y reducción de peso e incluso la muerte de aves. Considerándose como nivel normal de NH3 en los galpones avícolas debe ser inferior a 15 ppm.

Por otra parte, los estudios indican que la emisión de óxido nitroso de los galpones avícolas incluye dos vías de impacto negativo. La primera vía se manifiesta por el impacto negativo sobre el calentamiento térmico, mientras que la segunda se manifiesta por el efecto nocivo sobre la salud y el medio ambiente de las aves, ocasionando disminución del crecimiento y producción.

En otro orden de ideas, el uso de calentadores de llama y prácticas de manejo (aireación baja) generalmente aumentan los niveles, especialmente durante la fase de crianza de la producción. Además, las tasas de consumo de alimento, la composición de la dieta, el nivel de actividad y la edad del ave afectan los niveles de concentración de CO₂ dentro de las instalaciones. Por otro parte, las aves de corral aportan el 34% del metano almacenado en el estiércol.

El óxido nitroso, es un gas que afecta negativamente la salud de las aves, ya sea directa o indirectamente. El gas está clasificado en la familia de GEI fuertes con potencial para provocar el calentamiento global y generalmente se produce en el proceso de nitrificación y desnitrificación.

A nivel orgánico, la digestión anaeróbica es el proceso más importante mediante el cual una comunidad de especies microbianas descompone la materia orgánica simple y compleja, lo que finalmente da como resultado la producción de metano y dióxido de carbono. El dióxido de carbono (CO₂) es uno de los gases más importantes producidos en las granjas animales, este gas se produce a partir de la degradación del ácido úrico en el estiércol de aves. En los galpones avícolas, el nivel de CO₂ aumenta notablemente. Por lo que, el número de pollos, el tamaño de las mismas, las condiciones de manejo del estiércol y la tasa de ventilación juegan un papel importante en la determinación de las concentraciones de gas.

Por otra parte, el sulfuro de hidrógeno (H₂S) es un compuesto de azufre que pertenece a la familia de los GEI. La intensidad de esta emisión de gas está fuertemente correlacionada con los compuestos que contienen azufre (cisteína y metionina) en las mezclas de alimentación. La principal fuente de emisión de este gas en los galpones es la descomposición anaeróbica de los aminoácidos en el estiércol avícola acumulado.

En base a lo expuesto anteriormente, se marca una alarma para todas las personas vinculadas con la cría de pollos de engorde. Basado en lo necesario de gestionar una adecuada calidad del aire, a los fines de mantener en niveles mínimos los gases nocivos. Esto mediante la aplicación de alternativas como; como el uso de ventilación adecuada, uso de microrganismos eficientes por aspersión sobre la cama, calibración de los equipos dispensadores de agua y el ajuste de la densidad de cría.

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