En la producción porcina, asegurar la longevidad productiva de las cerdas reproductoras es primordial. Por lo tanto, minimizar la pérdida de sus reservas corporales no solo impacta positivamente en su eficiencia reproductiva a lo largo de su vida útil, sino que también es determinante para obtener lechones más sanos al nacimiento y al destete.
De hecho, el peso al destete, la fortaleza inmunitaria y la vitalidad de los lechones están directamente ligados a la condición corporal de la madre y a la calidad del calostro y la leche que reciben. Por ello, la clave para una productividad sostenida radica en optimizar el desarrollo de la futura reproductora desde la gestación y durante la lactancia, implementando un manejo nutricional meticuloso y adaptado a cada etapa de su desarrollo.

La cerda reproductora es el eje central de cualquier sistema porcino. Su salud y condición corporal influyen directamente en la prolificidad, la calidad de los lechones, la capacidad de lactancia y en el número de cerdos destetados por año. Un aporte inadecuado de nutrientes esenciales en cualquier fase de su ciclo productivo (gestación, lactancia y periodo post-destete) puede comprometer seriamente estos parámetros.
En tal sentido, la nutrición de las cerdas es un factor silencioso, pero de profundo impacto en la eficiencia y rentabilidad de una granja es el estado nutricional de la cerda en sus diferentes etapas productivas. Un déficit nutricional, por sutil que parezca, puede desencadenar una cascada de consecuencias negativas que merman significativamente la productividad general.
Durante la gestación, las demandas nutricionales de la cerda aumentan considerablemente para sostener el desarrollo fetal. Un déficit de energía, proteínas, vitaminas o minerales puede acarrear:
- Menor tasa de concepción y aumento del intervalo destete cubrición: La energía y las proteínas tienen capacidad para inhibir la secreción de hormona luteinizante (LH) durante la lactancia. Estudios realizados indican que un aumento en niveles adecuados de lisina/proteína a diferentes niveles energéticos, se observaron aumentos en la concentración de LH, sin embargo, la respuesta fue mayor a mayores niveles de energía, demostraron el efecto negativo de la restricción energética sobre la secreción de LH con ingesta proteica constante. Asimismo, se ha determinado el efecto negativo de la restricción en lisina (a energía constante) en la lactación sobre el desarrollo folicular y la maduración de los oocitos posterior al destete únicamente cuando esta restricción fue muy severa.
- Reducción del tamaño de la camada: La nutrición de la cerda durante la gestación también puede influir en el tamaño de la camada, aunque, en condiciones comerciales normales, la cantidad de alimento administrado durante la gestación tendrá un impacto limitado, porque los requisitos aún son pequeños. Sin embargo, restringir la ingesta de alimento durante el período de lactancia puede afectar negativamente tanto la tasa de ovulación como la supervivencia del embrión, y por lo tanto el tamaño de la camada. se puede aumentar dando una dieta de alta calidad ad libitum durante al menos diez días antes de la inseminación.
- Lechones de bajo peso al nacimiento: Un déficit nutricional en las cerdas gestantes tiene un impacto directo y significativo en el peso de los lechones al nacimiento, ya que, durante la gestación, la cerda es la única fuente de nutrientes para el desarrollo fetal. Si su dieta es deficiente en energía, proteínas, vitaminas o minerales esenciales, el crecimiento intrauterino de los lechones se ve comprometido. Esta restricción nutricional materna conduce a una menor disponibilidad de sustratos para el desarrollo de los órganos y tejidos fetales, lo que inevitablemente resulta en lechones con bajo peso al nacer. Lo cual se traduce a camadas de lechones más vulnerables, de menor viabilidad, con sistema inmunológico menos desarrollado y con mayor susceptibles a enfermedades. Además, su capacidad de crecimiento y rendimiento productivo futuro se ve significativamente reducida. Por ende, es crucial asegurar una nutrición adecuada y equilibrada en las cerdas durante toda la gestación para garantizar el nacimiento de lechones vigorosos y con un peso óptimo, lo que a su vez impacta positivamente en la rentabilidad de la producción porcina.
- Mayor incidencia de mortalidad embrionaria y fetal: La nutrición de la cerda gestante juega un papel fundamental en la supervivencia de los embriones y fetos. Un déficit nutricional, especialmente en etapas críticas de la gestación, puede alterar procesos fisiológicos esenciales para el mantenimiento de la preñez. La carencia de energía puede comprometer la implantación embrionaria y el desarrollo temprano de la placenta, afectando el suministro de nutrientes y oxígeno a los embriones. Deficiencias proteicas pueden limitar la síntesis de tejidos fetales y la producción de hormonas necesarias para la gestación. Asimismo, la falta de vitaminas y minerales específicos puede interferir con la diferenciación celular y el desarrollo de órganos vitales, aumentando la susceptibilidad a malformaciones y muerte fetal.

La nutrición de la cerda es un factor clave para el éxito de la producción porcina, ya que impacta directamente en la productividad, la eficiencia y la rentabilidad de la granja. Por lo tanto, es fundamental que los productores porcinos presten especial atención en la nutrición (calidad de materias primas, composición de la dieta, etc) y la alimentación de sus cerdas reproductoras, considerando sus necesidades nutricionales específicas en cada etapa de su ciclo productivo. Si deseas mejorar la productividad de tus cerdas mediante una adecuada nutrición, no dudes en contactarnos.
Edición: Elsa González y Charly Farfán. Equipo técnico de Inagrofar. contacto@inagrofar.com