El concepto de competencia gerencial abarca el conjunto de conocimientos, habilidades, comportamientos y actitudes que permiten a un individuo desempeñarse de manera efectiva en un puesto directivo. Sin embargo, el entorno agroproductivo exige un perfil de liderazgo con matices específicos. Las empresas agropecuarias, desde pequeñas unidades de producción hasta grandes corporaciones, están constantemente expuestas a factores externos incontrolables (clima, sanidad, precios, entre otros) y a la necesidad de gestionar recursos biológicos y naturales de forma sostenible.

Un liderazgo efectivo en este sector no solo debe asegurar la eficiencia técnica y la rentabilidad, sino también fomentar una cultura de adaptación, innovación y gestión del riesgo. La literatura especializada ha identificado un conjunto de habilidades que, si se desarrollan, permiten al gerente agropecuario navegar esta complejidad y lograr las metas establecidas por la organización.

Para un análisis estructurado, las competencias gerenciales se pueden agrupar en las tres categorías clásicas de Robert Katz: conceptuales, humanas y técnicas, con una adaptación a las particularidades para el sector agropecuario:

ü  Competencias conceptuales: la visión estratégica

Las competencias conceptuales se refieren a la capacidad de un líder para ver la organización como un sistema interconectado y complejo, y para pensar de forma abstracta y crítica. En el contexto agroproductivo, esto es vital para la planificación.

• Pensamiento estratégico y visión global: El gerente debe mirar más allá del ciclo de producción y anticipar tendencias de mercado, cambios regulatorios (ambientales, laborales) y oportunidades de crecimiento. Esto incluye la habilidad para diseñar escenarios futuros viables – sostenibles y definir con claridad el negocio y sus objetivos - metas.
• Análisis y gestión de la información (digitalización): En el sector agropecuario, cada día la precisión y el big data, son protagonistas, y así como la capacidad de analizar e interpretar información técnica, económica y de mercado, se vuelve crítica. Esto incluye el dominio de sistemas de información para la construcción de indicadores de desempeño y la corrección apropiada de fallas.

ü  Competencias humanas: el motor del equipo

Las habilidades humanas son aquellas que permiten al líder interactuar de forma efectiva con su equipo, motivar e inspirar. En el ámbito agropecuario, donde el trabajo es a menudo extremadamente exigente, estas competencias son cruciales para el compromiso y la retención del talento.

• Liderazgo y motivación: Más que administrar, el líder debe inspirar y motivar a su equipo, creando un entorno de trabajo positivo. El liderazgo transformacional es particularmente relevante, ya que implica generar una visión de futuro, promover el trabajo en equipo y fomentar la autonomía. Esto incluye el reconocimiento, la delegación y el desarrollo constante del personal.
• Comunicación efectiva y manejo de conflictos: La capacidad de dialogar, escuchar activamente y hacerse entender de manera clara y concisa con diferentes audiencias (trabajadores de campo, técnicos, inversionistas) es fundamental. Asimismo, la habilidad para el manejo y resolución de conflictos permite convertir el desorden o la fricción en una energía funcional para el desarrollo de la organización.
• Toma de decisiones bajo riesgo: La actividad agropecuaria está intrínsecamente ligada al riesgo. La competencia de tomar decisiones implica seleccionar la alternativa pertinente con la capacidad de asumir los riesgos calculados, así como una actitud flexible frente al cambio y la proactividad para anticiparse a situaciones que puedan afectar el devenir de la empresa.

ü  Competencias técnicas: la base operacional

Las competencias técnicas se refieren al conocimiento y la experiencia en el desempeño de tareas específicas. Aunque vitales, deben complementarse con las habilidades conceptuales y humanas a medida que se asciende en el nivel gerencial.

• Conocimiento específico agropecuario: Si bien no asegura la eficiencia por sí mismo, un líder debe poseer o valorar el dominio teórico y práctico de los procesos productivos de su sector (ejemplo; gestión de registros, manejo de animales, sanidad vegetal, manejo de suelos, biotecnología, etc). Esto proporciona credibilidad y permite la planificación operativa eficiente.
• Gestión de la eficiencia técnica y operativa: Incluye la capacidad de organizar el tiempo, los recursos y los procesos para maximizar la eficiencia, eficacia y efectividad de la unidad de producción, en función de las salidas esperadas en el sistema de producción.

Un liderazgo efectivo en el sector agropecuario es la síntesis de un gerente con visión estratégica (competencias conceptuales), capacidad para desarrollar personas (competencias humanas) y sólida base operativa (competencias técnicas). La identificación y el desarrollo de estas competencias son un imperativo para la sostenibilidad y la competitividad de las organizaciones agropecuarias.

El desafío actual para el sector, radica en transformar la mentalidad del productor tradicional en la de un líder, capaz de asumir riesgos, fomentar la innovación y aprovechar las herramientas tecnológicas para la gestión de la complejidad. Mejorar estas competencias no garantiza el éxito, pero, sí permite al gerente comparar, planear, fijar objetivos y metas, e introducir mejoresías de manera continua en los procesos productivos y de gestión, asegurando así un camino hacia el éxito empresarial sostenido.

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Charly Farfán. Consultor Técnico de Inagrofar. contacto@inagrofar.com