Las aflatoxinas son un grupo de metabolitos secundarios producidos principalmente por algunas cepas de hongos del género Aspergillus. De estos metabolitos fúngicos se describe con mayor frecuencia la aflatoxina como un compuesto altamente tóxico para la mayoría de las especies animales y pertenece al conjunto de micotoxinas de importancia en salud pública, por ser sustancias consideradas como carcinogénicas, hepatotóxicas, teratogénicas, mutagénicas e inmunotoxicas, detectándose frecuentemente en semillas o materias primas vegetales donde estos hongos proliferan.

Las aflatoxinas son muy termoestables, por lo que la peletización de los alimentos balanceados elaborados con materias primas contaminados puede destruir el hongo, pero no la toxina, por lo que su presencia en alimentos de consumo animal, es un problema de seguridad alimentaria.

En este sentido, las aflatoxina además de incidir en la salud de las aves reducen la producción avícola, afectando la disponibilidad de ciertos productos y su comercialización. Es por ello que, la calidad de los granos, tales como, el maíz, el arroz y sorgo, está condicionada por eventos que pueden ocurrir aún antes de que los mismos sean cosechados, dentro de los cuales se describe la colonización por hongos, quienes están involucrados en la pérdida de la calidad de los cereales, recibiendo especial atención por sus implicaciones, tanto en salud pública como animal por sus propiedades micotoxigénicas.

Por otra parte, las aves de corral están expuestas a las aflatoxinas al consumir alimentos fabricados con materias primas contaminadas, siendo estas toxinas las principales micotoxinas que afectan la industria avícola, ya que se describen generalmente como un compuesto altamente hepatotóxico en pollos de engorde y gallinas ponedoras. La toxicidad de la aflatoxina en aves dependerá principalmente de la dosis o concentración y del tiempo de exposición a la misma, reportándose efectos inhibitorios sobre el desarrollo, cambios en los valores hemáticos y bioquímicos normales, disminución de la respuesta inmune, cambios patológicos, presencia de residuos en tejidos comestibles y en huevos.

Los alimentos contaminados con aflatoxinas destinados para consumo avícola, inducen aflatoxicosis en las aves, que se caracterizan por causar escaso consumo de alimento con baja tasa de crecimiento, disminución de la ganancia de peso corporal con inapropiada conversión, decrecimiento en la producción de huevos, provocando mayor susceptibilidad al estrés ambiental y a los agentes microbianos, aumentando la mortalidad de las aves y disminuyendo la eficiencia de los programas de vacunación. Por otro lado, hay investigaciones realizadas en aves, que han determinado que las bajas concentraciones de aflatoxinas por periodos de exposición prolongado, generalmente reportan efectos subclínicos, los cuales frecuentemente requieren ser demostrados por pruebas o exámenes hepáticos muy sensibles que permiten detectar la auténtica severidad de la aflatoxicosis.

Sin embargo, el causar efectos subclínicos no lo hace menos nocivos, debido a que una prolongada exposición a bajas concentraciones de aflatoxinas en la dieta causa importantes efectos inmunosupresivos, caracterizados por la aparición inesperada de enfermedades infecciosas y parasitarias, además los animales no responden adecuadamente a los programas de vacunación, siendo las parvadas de aves más susceptibles a enfermedades infecciosas, causando pérdidas económicas considerables a la industria avícola y disminuyendo la disponibilidad de productos avícolas de calidad en el mercado.

Estudios realizados en pollos de engorde, indican que las aves sometidas a dietas con bajas concentraciones de aflatoxinas presentaron alteraciones hepáticas morfológicas y funcionales a pesar de la baja concentración de toxina, evidenciándose una aflatoxicosis crónica, donde adicionalmente se puede ver altera la síntesis de proteína. Por lo cual se considera que no existe un nivel seguro de aflatoxina en los alimentos para estas aves de corral, debido a que se presentan factores de riesgo que contribuyen a que los efectos de esta micotoxina, tarde o temprano, alteren la salud de los pollos de engorde, haciéndolos en ocasiones más susceptibles a enfermedades y pudiendo causar pérdidas económicas considerables a la industria avícola.

Mientras que estudios realizados en gallinas ponedoras indican que esta sustancia micotoxica genera en las gallinas un descenso en la producción y calidad del huevo, por la presencia de residuos de aflatoxina B1. También, se describe que con concentraciones de 100 ppm de AFB1 en el alimento en gallinas reproductoras, se observaron valores bajos de fertilidad, problemas de incubabilidad, baja supervivencia de los pollitos tras el nacimiento, y huevos blandos. Mientras que,  concentraciones más elevadas de 610 ppm provocaron en gallinas ponedoras, hepatotoxicosis, bajas de puesta y muertes. Por otra parte, se reportó que las gallinas ponedoras que consumen dietas que contienen 0,1, 0,2 o 0,4 mg de aflatoxina B1 / kg de alimento, presentan cantidades de la micotoxina en yema y albúmina. En alimentaciones con niveles más bajos de contaminación, las gallinas que consumían dietas con 20-100 partes por billón (0.02-0.1 mg de aflatoxina / kg de alimento) producen huevos que contenían 0,002 partes por billón de aflatoxina, lo que se tradujo en una aflatoxina mucho más alta en los alimentos, lo cual representa un riesgo para la salud pública.